domingo, 11 de septiembre de 2011

El orden de las cosas

Esta vida es sobre todo cíclica. Desde que somos capaces de tomar nuestra primera valoración moral. Todo está fluyendo permanente e incesantemente a nuestro alrededor; y en este tránsito continuo especialmente concedido por la vida, está presente un flujo de ida y vuelta cargado de oportunidades; todo lo demás -y mientras tanto- radica en el poder individual de decidir.
Si la decisión es acertada, permanecerá con nosotros para siempre. Si es errónea, permaneceremos –por generosidad de la vida- dando vueltas dentro de la Ley del Incesante Retorno.
El conocimiento lo adquiriremos por decisión propia o lo haremos nuestro a través del dolor, de la compasión, de la adversidad.
Tenemos la llave que puede abrir las puertas de la dicha.
De la calma.

martes, 6 de septiembre de 2011

Bienvenidos al Circo del Sol

Me encuentro ante una hoja en blanco por las ansias de querer encontrarme de alguna maldita forma. Vivo sumida en el cuento del nunca acabar de martirizarme a menos que en cualquier momento decida suicidarme para dejar de ver a seres humanos que aparentan vivir vidas que no valen más que un puñado de arena.
Camino sola porque nadie ha sido lo suficientemente valiente como para acompañarme hacia el fundido a negro que tiene como meta este mundo de sorpresas tristes y amor en vano. Sois todos tan patéticos que me da pereza seguir respirando para ver vuestras sucias caras que no esconden otra cosa que no sea egoísmo y miedo. Vuestro interior está hecho de restos de puñaladas traperas y sumisión a cualquier ser que creáis superior. Utilizáis la mente para quejaros de injusticias que todos creáis. Y el hambre para comer la basura que algún día os asfixiará.
Me importará una mierda de donde vengáis y donde vayáis a menos que un día cualquiera me regaléis lo más puro y racional de vuestro ser y compartáis conmigo la soledad de un mundo irremediablemente solitario
Odiaré vuestra irracionalidad y materialismo hasta que descanse en paz en las tinieblas del infierno, ardiendo y pecando hasta el fin de los tiempos, hasta que todos dejéis de respirar para siempre. Entonces daré gracias a Dios y me propondré seriamente ser feliz.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Del deber y del querer

Decidiste no querer esta mierda de historia que algún día pudo ser algo más que un borrador hecho a base de ron. De las mentiras de tus sueños más verdaderos y la irónica libertad que consumía tu cigarro.
Respeté tu nihilismo ensordecedor con mil y una arcadas de punzante dolor nocturno, casi de madrugada, cuando dormías entre los recuerdos del mañana. Ella era la única que te llevaría de la mano al futuro, a la incertidumbre de no saber que querer ser. Su voz me resonaba una y otra vez entre los dedos con los que yo cada noche te tocaba. Con los que te llevaba al infinito entre gemidos de placer forzados. Porque ella era la única por la que perderías el poco juicio que te quedaba.
Decidiste no querer esta mierda de historia que me destrozó el alma a base de patadas en los huesos más débiles. Que me llevó al infierno de la soledad más abrumadora y asfixiante cuando todos los días de cada noche, la veía sonriéndote a mis espaldas.
Y en el bucle de la absurdez de un mundo aparte, quise recomponer mis piezas todos los días al alba, para querer creer que no fuiste la utopía personificada. Para echarte siempre de menos.