Cerrar capítulos y seguir. Ardua tarea cuando no estás
preparado para reemprender el camino y dejarte encontrar. De nuevo. Volver a
trazar una línea capaz de expresar tu conformidad con la vida. Dejar que
penetren en el daño para que pueda ser reparado. Reabrir. Reabrirte a la
belleza de nuevos cuerpos que ansían complacer. Que no mienten. Que se mueren por
sobrevolar tu ombligo y lo que viene después. Reiniciar. El paso y la palabra. Y
a través de la pragmática sentir tu boca y mi habla. Coexistir con el lenguaje.
Reciclar. Reciclar el tiempo y las imágenes para que todo vuelva a fluir y desarrollarse.
Y reciclarte a ti para no vivir atrapada en lo que pudo ser y nunca fue. Ya no
eres la de antes. Acuérdate. Has cerrado
capítulos. Y no te interesa recuperarlos. Ahora te has quedado sorda para que
nunca más puedan regalarte los oídos. Ahora sólo quieres aciertos.
lunes, 28 de abril de 2014
miércoles, 23 de abril de 2014
La moto que me vendieron y compré (Por Ana del Valle, mi pequeña luz)
Recuerdos.
Eso es todo lo que me quedaba. La parte buena, si es que la hay, es que éstos
se van desvaneciendo como este cigarrillo que se consume sin una boca que lo
avive. Recuerdo sus manos, sus manos al tacto. Y claro, esto es lo que más jode.
No volver a tener sus manos cerca. Ni su risa. ¿Por qué maldita razón somos tan
selectivos en este aspecto? ¿Por qué coño no recuerdo con la misma vehemencia el
primer día que dejamos de vernos? La fugacidad del momento, que si en su día ya
lo fue, podéis imaginar lo rápido que se suceden ahora en mi cabeza. Vuelven
una vez al día cada cierto tiempo. Yo no elijo cuál. Pero vuelven. A veces, me
alegro de que así sea. Pero en la mayoría de las ocasiones es algo así como ¡vaya putada! Vaya putada seguir acordándome
de ti, aunque sea una vez cada equis tiempo.
Al
principio de los tiempos, como yo lo llamo, un vaya putada tiznaba cada palabra que salía de mi boca. Ahora, todo
es tan difuso como lo que me queda de ella. Un recuerdo difuso, que a ratos se
vuelve aversión. Una especie de aversión creada para que todo vuelva a su
cauce. Y funciona.
Si
tengo que sacar algo en claro de lo que este hecho supuso para mí, llamémoslo a
partir de ahora esto, porque no fue
otra cosa que esto, es que, aunque
suene a más tópico imposible, no puedes fiarte de nadie más que tú. Y a veces
ni eso. Aunque pensándolo bien, quizás sea mejor conocer a alguien que no se
encuentre con nadie a sus espaldas. Y esto, resulta imposible. Nadie está
limpio del todo. ¡Y vaya si esto es una
putada! Porque no siempre son sólo los recuerdos los que vuelven. También
vuelves tú. Y esto no es permisible.
Aún
así, aquí estoy, rememorando y medio cumpliendo las palabras que me dije aquel
día. Medio cumpliendo porque aún sabiendo que tú, el nuevo tú de mi presente, tienes
eso que para mí es un lastre a tus espaldas, no quiero alejarme de ti; de la idea de no separarme de esta historia, nuestra historia. Y es
ahora cuando el ¡vaya putada! se
vuelve a convertir en trending topic. Y, joder, no sabes la
pena que me da que el principio de estos nuevos tiempos se vaya a la mierda.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)