sábado, 31 de mayo de 2014

Si no eres tú quién.

Estoy. Estoy  aquí, con los pies sobre el asfalto. De nuevo fluyendo entre la multitud, que hiede a miedo y desgana. Estoy como siempre, y como antes. Como antes de que nuestras bocas se tocaran. Cuando yo no era tú y pensaba que nadie jamás podría cambiarme.  He conseguido volver al camino que seguía antes de tomar la desviación hacia ti. Este tiempo de silencio ha sido un ruido ensordecedor, un bocado en mis heridas más frescas, un empujón hacia mi tumba. Aún te echo de menos, pero ya no te encuentro con facilidad en las ruinas de mi memoria. He probado a reconstruir la imagen de tu rostro y sólo he conseguido entrever una silueta difuminada de lo que una vez importó demasiado. No he sido capaz de imaginarte con precisión. No lo he sido. Mátame. Porque ya no puedo acordarme cada día de ti. Te fuiste entonces y te estás yendo ahora. Échale la culpa al dolor que causaste, él ha querido que nuestras manos estén hoy lejos de alcanzar lo que ayer era real. Sigo. Sigo aquí, pensando en lo inmerecedor que eres de estas líneas, y en que será el único lugar en el que te mantengas vivo cuando deje de verte, de oírte, de sentir tus pasos revoloteando cada esquina de mi casa.

 Esta es la historia de una primavera sin ti. De un verano conmigo. De un invierno con otro.