Dije que estaría y estoy. Tengo que estar. No puedo
permitirme la cobardía de la ausencia para paliar mis ansias por desaparecer. Huir
es lo fácil, ¿no? Tú me lo demostraste. Y no pienso ser como tú. Como tú y tus
mentiras; mi pasaporte a otro lugar que difería demasiado del infierno en el
que sobrevivo desde que nos perdí. Lo hiciste tan bien que ni siquiera pude
atisbar la falsedad. Ni al menos oler una parte de la verdad. Justo la que me
decía que ya no querías morirte en mi boca desde hacía más de mucho tiempo. Ojalá
te mueras. Pero que no te maten, porque entonces entenderás que no hay nada más
doloroso que una herida invisible. Y yo no estaré para salvarte y hacerte
valiente y devolverte al camino. Yo no
estaré como estoy esta noche ni como lo haré mañana por la mañana, porque me
habré llenado del licor que guardan con recelo otros cuerpos que buscan mi resurrección.
Yo no estaré como ahora. Vacía. Infectada de nada y nadies que se empeñan en
rodearme. Estática mientras los accidentes suceden. Inerte. Abandonada por el órgano
que me mueve. Soy un espacio en blanco, una mirada en la sombra, el paréntesis
del paréntesis de la fórmula quieroestarsola.
Soy un sinfín de emociones desunidas que sólo se hacen nudo cuando
confluyen nuestras pupilas.
Lástima que ya no importes.