Se me está cayendo la piel sobrante. Debajo se está
levantando un tejido de diferente color y forma, más oscuro, más recio. Las
arrugas de mis manos señalan el nuevo camino por el que circulan mis pies. La
tierra se abre para darme reposo. Sus raíces me envuelven y juntas bailamos la
vida. Estoy cambiando. Me está cambiando el color del pelo; ya no es tan negro.
Se están moviendo las facciones de mi cara; mis labios se perfilan, la nariz se
redondea, mis ojos ya no están dormidos. Ahora miran seguros y firmes, sin
tanto miedo. Me están creciendo los pechos, están floreciendo mis caderas. Mi
cuerpo, más suave y más sabio es ahora consciente del movimiento. Me pide
afianzarse a este suelo que sujeta nuestra pena. Arraigarse como el árbol a su
raíz, a un presente que no tiene leyes, que se deja fluir. Dejé la rigidez en
el espejo y desempolvé las emociones. Ahora solo me permito sentir. Y aunque mi
cabeza está llena de picos elevados que me susurran no ser escalados, mi ser se
descubre a la transición. Ya no me importa que no estéis en mi rutina, conmigo
me basto.