Maldito el momento en que decidiste abrir los ojos y
regalarme piel. Sólo son las cuatro y media y ya he filtrado, analizado e
interpretado siete veces las últimas palabras que me vomitaste en la cara sin pudor.
Ahora estoy en mi ataúd nuevo hiriéndome
al son de Johnny Cash mientras tú y tus putas os divertís en las esquinas al
abrigo de la oscuridad. Esto podría haber sido un “ welcome to the jungle” y no
un “ song to say goodbye”, pero ahora ya da igual. Porque siempre ha dado
igual. Miento. Daría mi última bala introducida al fondo de mi cerebro por
empezar una historia que acabase siendo un cuento tan espectacular como lo fue
Big Fish. Pero no soy Dios y tus principios de mierda ya me pesan, cielo.
Te lo puedo gritar más claro pero no tan alto como Serj
Tankian y su súper voz. Llámame cuando acabes y ven con uniforme; ya sabes que
eso del amor me queda grande.