lunes, 14 de junio de 2010

El destino.

Esa nada abismal que te lleva a creer en la casualidad.
La unión al vacío remoto que se ahoga en el mar. Principio existencial, conexión neutral.
Papeles escritos que parecen dominar. La especie humana se deja derrumbar.
Lazos de eternidad, suerte, o azar.
Preguntas sin respuesta que de su mano pretendemos contestar. Perdidos en el transcurso y sin llegar al final.
Porque no hay final. Ni siquiera un plan. Ni casualidad, suerte o azar. Todo se limita a querer imaginar.
Tus manos, tu gloria. Tus pies, su encuentro. El lugar, la clave. Yo, la llave.

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