lunes, 9 de enero de 2012

Su rutina preferida

Las madrugadas en las que el cielo se mostraba más blanco que de costumbre, se desprendía de las sucias sábanas con sutileza y se dirigía con aire sosegador al habitáculo negro que la atraparía por minutos entre burbujas indomables y agua casi gélida. Luego, se preparaba un café con sabor a mediocridad y desnuda y sin ataduras, salía a la terraza para disfrutar el amanecer que cada día nublado le regalaba aquel destino incierto. Pasaba las horas entre las páginas gastadas de los dos libros que hacían que su corazón bombease a más velocidad de la habitual, y ya, cuando el sol cegaba cualquier atisbo de oscuridad y razón, volvía dentro y despertaba con dulzura a Clara, que siempre dormía ajena a las circunstancias. Se perdían en cuerpos desorientados hasta que la libido bordeaba el infinito. Luego se subyugaban con ira hasta su verdadero ser y, primero una y después la otra, absorbían sin cesar el elixir de la vida.


Si la amara más se tendría que transformar en la bestia a la que los días menos anímicos, llamaba hombre.

1 comentario:

  1. Pfff, me ha encantado, como diría Máximo Décimo Meridio...Nervio y ansía esperando los siguientes.

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