domingo, 12 de octubre de 2014

Si no soy yo quién



 Eres mi punto de referencia para volver a manchar el papel de negrura. Tenía que decírtelo. Nada hay más certero en mi vida que el hecho de que ya sólo eres arena.  Arena fina que me golpea los días de demasiado viento.  Pero es un golpe leve, un susurro fuerte. Te siento desvaneciéndote en mi piel y te dejo. Ya no quiero sostener lo que queda en mí de ti. Decidí donar ese peso a los rizos que ahora custodian tu cuerpo. Qué lejos estoy de tu boca. Estoy a kilómetros y ni siquiera me esfuerzo por acercarte de nuevo mis heridas. Miro desde fuera y ya no encuentro tu atractivo. Se ha perdido y no me preocupa si vuelve o desaparece entre la multitud como algo que nunca me perteneció. Ahora me pregunto si fue dolor lo que sentí cuando tus ojos me dijeron que jamás volverías a pisar mi habitación. La respuesta me llega inminente al pecho. Me punza. Pero es una punzada suave que me recuerda que ya no me estoy muriendo. Te veo con ella y mi rabia está en calma. Mis deseos en paz. Mi llanto no aflora. Las ganas no me gritan salir. Te veo y me da lo mismo no verte.  Ahora mi tiempo no es tuyo.
Nunca conseguí tirarme a la tumba que cavé cuando te fuiste.
Y todo gracias a mí. Y a estas ansias por querer vivirme. 

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