Esta vida es sobre todo cíclica. Desde que somos capaces de tomar nuestra primera valoración moral. Todo está fluyendo permanente e incesantemente a nuestro alrededor; y en este tránsito continuo especialmente concedido por la vida, está presente un flujo de ida y vuelta cargado de oportunidades; todo lo demás -y mientras tanto- radica en el poder individual de decidir.
Si la decisión es acertada, permanecerá con nosotros para siempre. Si es errónea, permaneceremos –por generosidad de la vida- dando vueltas dentro de la Ley del Incesante Retorno.
El conocimiento lo adquiriremos por decisión propia o lo haremos nuestro a través del dolor, de la compasión, de la adversidad.
Tenemos la llave que puede abrir las puertas de la dicha.
De la calma.
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